martes, 21 de octubre de 2008

mis hijos

Mis hijos...

Escuchando coldplay, por cortesía de AL empiezo esta nota a pocos días de que mi hijo, el segundo, cumpla un año.

El año a Mati se le pasó volando. A todos. Fue una año de cambios, un nuevo hijo, un nuevo trabajo... muchas cosas atiborradas en doce meses. Parece que he vivido una vida completa y de cierta forma, así ha sido... la vida de Mati... Ahora mismo, el bebé está en una etapa de reclamo absoluto. Cada cosa, emite algunos gritos, que si lo dejan en el andador, que si se lo pone en el corral, que si se lo echa en la cama. La verdad es que a mamá la tiene cansada. Las relaciones entre ellos han llegado a ser algo tirantes por estos días. Pasan del amor al desencanto, en cuestión de minutos.

Los días son complicados en el trabajo. Muchas presiones, ajustar procedimientos y uno que otro enojo, propio de trabajar con personas y no con máquinas hace que la escritura sea esporádica y cuando esta se da, mas bien es parca. Pero hoy me dado tiempo y desde el balcón escribo estas líneas. Coldplay combina bien con el trinear de los canarios del vecino y con la alaraca armada por los garrapateros. Mañana fresca la que se da para escribir, mañana fresca de octubre que lleva los vientos al sur, como las bandadas de golondrinas que cruzan por la terraza al ocaso.
Mati sonrie y la escasa nariz se le borra cada vez que hace una mueca de felicidad. El dedo sigue siendo fiel a su boca. Se lo ve un bebé más reflexivo. No arriesga. Camina agarrándose de muebles, piernas o de cualquier cosa que sea más sólida que sus robustas piernas. Cuando algo no le da confianza suficiente se la juega por el gateo. Mati deambula siguiendo la acción. Va trás de mamá y no le gusta estar solo. No hay mayor divertimento que estar en brazos.

Andrés es un hermoso niño. Inocente como él solo. Tenían que haberlo visto durante la campaña electoral: todo era sí, "porque el no ya lo vivió". Ahora sale con cada frase. Es un niño que fácil aprende, que se motiva mucho en conocer cosas nuevas. Que no se queda callado con la primera explicación de las cosas sino que pide saber más. sabe las diferencias entre flaquito y gordito y dice: "Mi papi es gordito y yo flaquito". Sus ocurrencias nos mantienen felices. Es un buen niño. Hace poco más de un mes cumplió 6 años y yo me derrito aún al verlo dormir. Mantengo esa costumbre de acostarme junto a él a la hora de dormir, decirle al oído lo mucho que lo amo, lo feliz que me hace y lo contento que estoy con que sea un buen niño. Cuando llego a casa tarde y el ya duerme, suele decirme al día siguiente: "Te extrañé". Eso se clava en mi corazón como una estaca de amor.

Mis hijos llenan mi vida. Me atan. Me emocionan. Me obligan. Cada uno, a su manera, es mi vida. Y yo la de ellos.

Los amo.

1 comentario:

Unknown dijo...

Dice el Graham Greene: "El mejor olor, el del pan; el mejor sabor, el de la sal; el mejor amor, el de los niños".

Hoy, me han convomido las palabras dedicadas a tu familia... tu familia poco a poco va creciendo y fortaleciendose maravillosamente, es tan alentador leer sobre estos momentos que compartes con nosotros como una prueba de que en la vida jamas hay que dejar de maravillarse con cada uno de sus instantes!